“Me tienen de casero”: El estremecedor relato de fiscal que ha sido víctima de cuatro encerronas

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  • ¿Qué pasó?

El fiscal Sergio Soto Yáñez, jefe de la unidad Análisis Criminal Fiscalía Metropolitana Occidente, ha sido víctima de cuatro encerronas entre 2019 y 2021, situación que lo llevó a tomar la drástica decisión de cambiarse de casa.

¡Me tienen de casero!

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El fiscal Soto desde 2016 ha desempeñado la labor de líder nacional de las investigaciones relacionadas a de vehículos. Un delito que tanto él como su familia han sufrido en primera , debido a que han sido víctimas de cuatro violentas encerronas.

Si bien está advertido que este es un “delito de moda”, nunca imaginó que sería, reiteradamente, victimario.

“¡Me tienen de casero! Hoy nuevamente nos intentaron robar el auto, pero bajo otra modalidad. En un momento que detuvimos el auto por el tráfico, ‘apuñalaron' un neumático, para que nos detuviéramos y asaltarnos. Por suerte seguimos y el neumático resistió hasta llegar a la casa”, escribió Soto, meses atrás, en su cuenta de Twitter.

“Te roban la tranquilidad”

En conversación con La Segunda, narró cómo fue la primera encerrona que sufrió en el año 2019: “En la salida de Vespucio hacia la Costanera Norte. Un vehículo delante del que manejaba mi señora se frenó. Bajaron cuatro sujetos con armas de fuego y la encañonaron. Habíamos hablado de que en situaciones como esa lo más sano era entregar el vehículo, pero instintivamente hizo todo lo contrario: chocó al vehículo, logró desplazarlo y arrancó”, recordó.

Luego de seis meses, junto a su señora, nuevamente fueron víctimas de un intento de encerrona, en el enlace de Vespucio con la Ruta 68. Ahí: “Se bajó un sujeto armado mientras el auto de adelante ponía marcha atrás. Todavía no sé (y ella tampoco) cómo retrocedió el trébol en reversa, giró en U y logró zafar. Fue una situación muy extrema”.

A lo que agregó, “más allá de si te roban el auto, te roban la tranquilidad. Así que nos mudamos de casa porque cada vez que transitábamos por la zona (su esposa) se acordaba, tenía de angustia, le costaba dormir, ya no estábamos saliendo a ninguna parte”, detalló.

Con el tiempo, decidió mudarse de casa, pero los robos continuaron, aseguró al medio ya citado.

“Nos fuimos a Huechuraba. Pero en diciembre del año pasado, un jueves, a las 8 de la tarde, fui a cargar bencina cuando aparecieron unos niños en una motocicleta. El más chico no tenía más de 12 años y me empiezan a garabatear, que les entregue el auto y que me van a matar. Cuando se están subiendo al auto, me doy cuenta de que tengo las llaves del auto en el bolsillo del pantalón, así que salí arrancando”.

  • Un antes y un después

En la actualidad, explicó que tanto él como su familia están tomando precauciones para este tipo de delitos: “Es preventivo. Puede parecer paranoico, pero este ya no es un delito eventual, es común y va en alza. ¿Qué hacer? Lo mismo que con los cajeros automáticos: desincentivar la comisión de delitos”, concluyó.

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