Volcanes: La megaerupción que destruyó lo que hoy es Santiago

  Foto 2022: Volcán Maipo/ Laguna del Diamante 

 

  • ¿QUÉ PASÓ?

Los sedimentos blancos que se observan camino al aeropuerto Arturo Merino Benítez, en la comuna de Pudahuel, son consecuencia de la megaerupción de la caldera donde está instalado el volcán Maipo, ubicado a 100 kilómetros de distancia de Santiago, explicó la doctora en volcanología, Moyra Gardeweg.

¿Hace cuánto tiempo ocurrió? la fecha aún es materia de debate. Según el doctor en Geofísica, Cristián Farías Vega, aún no está claro si este evento se produjo hace 450 mil o 150 mil años, pero las evidencias de esta megaerupción en Santiago llegaron a más de 150 kilómetros.

  • Los volcanes

Los volcanes son una de las amenazas latentes cerca de la capital. Actualmente, hay tres volcanes activos en la zona, según el Ranking de los Volcanes del Servicio Nacional de Geología y Minería (Sernageomin). Y, uno de ellos, tiene nivel de alto riesgo.

Se trata del volcán Tupungatito que en la actualidad es el más peligroso de los volcanes que rodea a la capital. Su nombre se debe a que está junto al volcán Tupungato, el cual ya está extinto.

El Tupungatito se ubica en el puesto 31 del ranking del Sernageomin, y tiene nivel 2, o sea, es un sistema volcánico con nivel de alto riesgo específico o con actividad anómala reciente, según consigna Farías en La Tercera.

El experto relató que el Tupungatito, se ubica a 75 kilómetros de Santiago y que, durante el siglo XX, fue uno de los más activos de Chile con 14 erupciones entre 1901 y 1987.

Según el profesional, su mayor amenaza son los lahares, aluviones de origen volcánico que podrían bajar por el río Maipo. “Sin embargo, no es que vayan a llegar al centro de Santiago, ya que el volcán está bastante lejos”, añadió al medio ya citado.

“No es que el volcán de súbito sea más peligroso, sino que ahora hay más infraestructura crítica expuesta a sus efectos, por lo que, aunque esté lejos y tenga nombre tierno, el Tupungatito sí que puede alterar la vida de los santiaguinos. Todo gracias a la mala planificación territorial de la capital”, subrayó.

Luego, el volcán San José, ubicado a 79 kilómetros del centro de la capital. Con varias erupciones entre 1822 y 1960.

En el ranking del Sernageomin ocupa el lugar 49 y está clasificado con nivel 3. O sea, tiene un nivel de moderado riesgo específico, con episodios eruptivos de baja magnitud y con aislamiento significativo.

“En los distintos escenarios que construyeron los especialistas del Sernageomin para generar los mapas de peligro volcánico, estos (lahares) no suelen avanzar muchos kilómetros desde el volcán”, explicó Farías.

Otro volcán que podría afectar a la capital es el Maipo, que está a la altura de Rancagua y está en el límite entre Argentina y la Región Metropolitana.

Este se encuentra en el puesto 52 del ranking del Sernageomin y también está en nivel 3.

Farías especifica que hay registros de erupciones en el Maipo en 1826, 1829, 1906, y 1912, pero ninguna de ellas fue potente.

Sin embargo, junto a él, se ubica la Laguna del Diamante, todo inmerso dentro de la Caldera del Diamante. Estos son rastros de una megaerupción ocurrida en el periodo prehistórico y que afectó al volcán Diamante.

La megaerupción debió generar columnas de ceniza de más de 30 kilómetros de altura, cuyo colapso se produjo a gran velocidad y cayó sobre los valles, avanzando hasta zonas como el actual Pudahuel.

De hecho, el doctor en Geofísica señala que el Aeropuerto de Santiago está encima de los depósitos de dicha megaerupción.

“Es algo tan grande que, de ocurrir hoy, pondría en un gran peligro a casi todo el Gran Santiago”, expresó Farías, al medio antes mencionado.

“Hoy, las amenazas volcánicas más grandes para la capital vienen del Tupungatito y el San José. Pero no tanto porque vayamos a sepultar a Santiago en una erupción, sino porque, si hay grandes lahares, podríamos tener problemas con el suministro de agua y de electricidad, y quizás más de alguna construcción podría ser afectada por estos aluviones de origen volcánico. Eso, por supuesto, no es culpa de los volcanes: es culpa de cómo creció la ciudad”, concluyó Farías.

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